La canción de Silvio Rodríguez como acto de resistencia personal y política
En un mundo donde la adaptación es muchas veces sinónimo de supervivencia, mantener la coherencia personal puede parecer un acto de necedad. Sin embargo, en su canción Necio, el cantautor cubano Silvio Rodríguez transforma esa acusación en una bandera. Lejos de avergonzarse de la etiqueta, la reivindica y la convierte en un himno a la fidelidad ideológica y a la integridad ética.
Silvio, figura clave de la Nueva Trova Cubana, compuso Necio en una época convulsa: la caída del bloque socialista, el fin de la Guerra Fría y la progresiva desilusión de muchos intelectuales con respecto a los ideales revolucionarios. Fue un tiempo en que el pragmatismo reemplazó a la utopía, y la palabra “revolución” empezó a sonar incómoda o ingenua. En ese contexto, Rodríguez se posiciona: “Yo me muero como viví”, dice, rechazando ceder ante la presión global o las modas ideológicas. Su "necedad" es, en realidad, una manera de mantenerse fiel a lo que cree, incluso cuando eso cuesta amistades, prestigio o comprensión.
La canción es también una crítica directa al pensamiento dominante. Frases como “yo no sé lo que es el destino, caminando fui lo que fui” expresan una filosofía existencial donde el individuo se hace a sí mismo, sin rendirse al determinismo ni a las expectativas sociales. No hay espacio para el arrepentimiento ni para las medias tintas: Silvio no ha cambiado, y no tiene intención de hacerlo para encajar. En tiempos donde la corrección política y el oportunismo abundan, Necio se levanta como una afirmación de libertad interior.
Musicalmente, la canción es serena, pero la letra es feroz en su contenido. La sencillez melódica permite que la palabra sea la protagonista. Cada verso es un golpe suave pero firme, una forma de poesía armada no con rifles, sino con convicciones. Rodríguez no necesita gritar para hacernos escuchar que sigue creyendo, y eso es quizás lo más revolucionario de todo.
Más allá del contexto cubano, Necio toca una fibra universal: la lucha por permanecer íntegro en un mundo que cambia constantemente. En nuestras vidas cotidianas, también nos enfrentamos a decisiones que nos exigen elegir entre lo fácil y lo correcto, entre lo que se espera de nosotros y lo que realmente somos. ¿Cuántas veces hemos sido señalados de “tercos” por defender una idea, una causa, una identidad?
Silvio Rodríguez nos recuerda que ser “necio” puede ser un honor. No por capricho, sino por principios. Porque a veces, lo más difícil no es cambiar, sino permanecer. En tiempos de superficialidad y consumo rápido, ser coherente con lo que uno piensa, siente y hace es un acto subversivo. Necio no es solo una canción; es una declaración de independencia moral.
En conclusión, Silvio Rodríguez convierte el insulto en virtud. Reivindica la necedad como coherencia, como resistencia ética y como gesto poético. Y en esa postura, nos invita también a nosotros a preguntarnos: ¿cuánto estamos dispuestos a ceder para ser aceptados? ¿Y cuánta verdad hay en nuestra necedad?
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