domingo, 6 de abril de 2025

La doctrina del shock: el rostro del capitalismo del desastre

 

Publicado en 2007, La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre de Naomi Klein es una obra de investigación profunda que denuncia la forma en que las crisis naturales, sociales o inducidas han sido utilizadas como herramientas estratégicas para implementar políticas económicas neoliberales impopulares en diversas regiones del mundo. Klein, periodista y activista canadiense, despliega un argumento provocador, pero sólidamente documentado: el capitalismo global, en su versión más radical, ha aprendido a aprovechar el trauma colectivo como vía para imponer reformas económicas que favorecen a las élites económicas y perjudican a las poblaciones vulnerables. Este ensayo busca analizar el contenido, las tesis fundamentales, y el impacto social y político de la obra, así como su relevancia actual. 

El concepto central del libro gira en torno a lo que Klein denomina "la doctrina del shock", inspirada parcialmente en las prácticas de tortura psicológica: someter a un individuo o una sociedad a un estado de shock tan profundo que la capacidad de resistencia se ve temporalmente anulada. Durante ese momento de vulnerabilidad, se introduce un nuevo orden económico, político o militar que, bajo condiciones normales, habría sido rechazado de plano. Klein traza el origen ideológico de esta doctrina hasta Milton Friedman y la Escuela de Chicago, quienes promovieron una visión del libre mercado como fuerza suprema, con mínima intervención estatal. Según la autora, estos principios fueron puestos en práctica en escenarios traumáticos: el golpe de Estado en Chile (1973), la guerra de Irak, el huracán Katrina, el tsunami del sudeste asiático, entre otros. En cada caso, el shock (ya sea político, económico o natural) fue seguido de una reorganización del sistema económico a favor de intereses privados, a menudo con apoyo estatal o internacional.

Uno de los estudios de caso más contundentes del libro es Chile, donde tras el golpe militar de Augusto Pinochet, la dictadura aplicó un conjunto de reformas económicas inspiradas en Friedman. Bajo el pretexto de estabilizar la economía, se privatizaron empresas estatales, se desmantelaron servicios públicos y se redujeron los derechos laborales. Klein argumenta que tales políticas no fueron el resultado de un proceso democrático, sino que se impusieron durante un estado de represión, miedo y desarticulación social. Aquí, la doctrina del shock se materializa como una estrategia planificada, no un accidente histórico.

Klein también denuncia cómo los desastres naturales, lejos de ser meras tragedias, han sido instrumentalizados como oportunidades de negocio. Uno de los ejemplos más ilustrativos es el huracán Katrina en Nueva Orleans (2005), donde tras la devastación, el sistema escolar público fue reemplazado por escuelas charter privadas. Asimismo, empresas de seguridad privadas sustituyen temporalmente funciones policiales, generando un modelo de privatización que prospera en el caos. El dolor y la desesperación de la población se convierten, según Klein, en caldo de cultivo para un modelo económico extractivista y excluyente. Otro eje del libro es la ocupación de Irak posterior a la invasión de 2003. Klein expone cómo la destrucción del aparato estatal permitió a empresas como Halliburton y Bechtel, con vínculos directos al gobierno de George W. Bush, adjudicar contratos millonarios en tareas de reconstrucción. Aquí, el neoliberalismo no sólo se impone tras una guerra, sino que se convierte en un actor beligerante que lucra con la desestabilización y luego se autodesigna como redentor.

En este sentido, la doctrina del shock se presenta no como una mera consecuencia de políticas violentas, sino como una hoja de ruta donde la catástrofe inducida o aprovechada sirve para instaurar un nuevo orden económico. Klein no solo analiza las implicaciones políticas y económicas de estas estrategias, sino que también se detiene en el impacto psicológico. Cuando las sociedades son expuestas a traumas sistemáticos ya sea por violencia estatal, guerras o catástrofes naturales, se genera una suerte de parálisis colectiva que facilita la aceptación de lo inaceptable. Esta lógica recuerda al concepto de “ventana de Overton”, donde se amplía el espectro de lo políticamente aceptable gracias a situaciones extremas.

Además, la autora vincula la doctrina del shock con la manipulación mediática. Los medios de comunicación, muchas veces controlados por los mismos intereses económicos, desempeñan un papel crucial en la construcción del miedo, en la justificación del autoritarismo temporal y en la invisibilizaba de los efectos negativos de las reformas.

Pese a su alcance y relevancia, La doctrina del shock no ha estado exenta de críticas. Algunos académicos y economistas han señalado que Klein presenta una visión maniquea del neoliberalismo, donde todos los actores privados son presentados como oportunistas sin escrúpulos. También se la acusa de simplificar procesos complejos al reducirlos a una única narrativa causal. Por otro lado, defensores del libre mercado han señalado que en muchos casos las reformas económicas posteriores al shock han tenido resultados positivos a largo plazo, aunque Klein argumenta que esto se logra a costa de enormes sufrimientos humanos y pérdida de derechos.Aun así, incluso los críticos reconocen el valor del libro como obra de denuncia, y su capacidad para visibilizar las formas en que el poder económico se entrelaza con la violencia y el oportunismo político.

A más de quince años de su publicación, La doctrina del shock continúa siendo relevante. La pandemia del COVID-19 mostró cómo gobiernos y empresas aprovecharon el miedo y la incertidumbre para implementar cambios laborales, tecnológicos y legales de forma acelerada. Desde el teletrabajo impuesto sin regulación clara, hasta el uso masivo de vigilancia digital, se confirma que los momentos de crisis siguen siendo aprovechados para remodelar las sociedades en favor de intereses particulares.

Del mismo modo, en América Latina persiste la aplicación de ajustes estructurales tras crisis económicas o disturbios sociales, a menudo con el aval de organismos internacionales. La obra de Klein ayuda a entender estos patrones y a generar conciencia crítica ante propuestas políticas que surgen en contextos de desestabilización.

La doctrina del shock es una obra contundente que obliga al lector a repensar la historia contemporánea desde una óptica crítica, revelando los intereses económicos que se ocultan tras las tragedias humanas. Naomi Klein desmonta la narrativa del progreso económico para mostrar cómo el neoliberalismo radical se ha servido del dolor colectivo como palanca de cambio. Aunque no está exenta de limitaciones, su enfoque aporta una visión indispensable para comprender la relación entre poder, trauma y economía.

En tiempos donde las crisis parecen multiplicarse climáticas, sanitarias, bélicas la advertencia de Klein cobra nueva vigencia: el verdadero peligro no está solo en la catástrofe, sino en quién se beneficia de ella. El reto para las sociedades contemporáneas es construir resiliencia, no solo frente al desastre natural, sino frente al uso político del shock como herramienta de dominio.

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