Raíces sociales del juicio anticipado
El prejuicio es una actitud, generalmente negativa, hacia una persona basada en su pertenencia a un grupo, sin haberla conocido de forma individual. Aunque muchas veces es inconsciente, el prejuicio impacta profundamente la convivencia social, pues perpetúa la discriminación, refuerza estereotipos y legitima la desigualdad. Se puede expresar de forma abierta como el racismo explícito o de forma sutil, mediante actitudes, bromas o microagresiones.
Desde la psicología social, se entiende que el prejuicio surge de procesos de categorización social: el cerebro humano agrupa información para ahorrar recursos, pero este mecanismo también simplifica en exceso y generaliza. Además, la educación, los medios y las experiencias personales refuerzan visiones sesgadas sobre “el otro”.
Combatir el prejuicio implica primero reconocer que todos lo tenemos. No basta con ser “tolerante”; se necesita un esfuerzo activo por cuestionar creencias, abrir espacios de diálogo, y promover el contacto positivo entre grupos. Diversos estudios demuestran que conocer a personas de grupos distintos, en contextos cooperativos, reduce el prejuicio y promueve la empatía. La clave está en transformar el juicio automático en reflexión consciente.
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